miércoles, 15 de octubre de 2014

¿En fiestas, todo vale?


 
La resaca de estos días no impide que reflexionemos acerca de algunos aspectos que se dan en nuestras fiestas del Pilar. Me ha llamado la atención que la prensa haya denunciado el exceso de decibelios en alguno de los actos programados. No hace falta ningún aparato medidor de sonido para darse cuenta que en muchos espectáculos callejeros el sonido resulta excesivo, molesto e indudablemente nocivo para nuestro sistema auditivo. Propugnamos una ciudad saludable y sin ruidos y en estos actos tenemos amnesia de nuestros principios. Comprendo que estamos en fiestas pero se podrían llevar a cabo estos eventos bajando un poco el volumen y no se resentiría el espectáculo. Generalmente a este tipo de críticas se responde que estamos en fiestas y mi pregunta es si en fiestas ¿todo vale? Creo que no. Otro detalle que me ha llamado la atención ha sido el poner chiringuitos y “contenedores-casa” en lugares emblemáticos de nuestro centro histórico afeando espacios que en algún caso son Patrimonio de la Humanidad. Considero que habría que tener un poco mas de sensibilidad y disponer de estos chiringuitos en lugares que no afeen nuestro patrimonio. Realmente todo no vale.

1 comentario:

Antonio Saz dijo...

Vayamos por partes:

Una; la instalción de escenarios o barras de bar delante de monumentos históricos me parece deleznable y denunciable. Esa barra de bar en la puerta de la Iglesia de la Magdalena es una vergüenza local,ya le he hecho fotos varios años y las he remitido al propio Heraldo, ni caso.... demasiados intereses, vergonzoso.

Sobre los ruidos: vivo en una calle muy céntrica y soy consciente que estos días tengo que tener paciencia, son fiestas y hay que aguantar. Pero el tro día tuve que bajar a hablar con uno señores que tocaban tambores y troncos como bestias, en plena calle Alfonso, su horario, imparable e insoportable fue de 17,00 a 24,00 horas, sin parar. No era Mozart, no, eran timbales y percusiones alienantes a un volumen insoportable. Me dieron la razón.

Hay una cosa que es fundamental en este tipo de jolgorios, que es el respeto. Yo respeto que la gente haga lo que le de la ganam, pero unos me machacan los oidos, otros vomitan en la puerta de mi casa o se mean en la pared de al lado y otros más joden los edificios más importantes de la ciudad con abrevaderos de alcohol.

Es el país en el que vivimos, todo vale, dan ganas de irse, pero para siempre. Un abrazo y enhorabuena por el post, me hace sentirme que no estoy solo en este marasmo de vulgaridad y chabacanería.